Tímida luz
La de la
luna
Amaneciendo
Desde bien pequeñita he
simpatizado con la Luna. No me preguntéis por qué, pero en general siento algo
especial por todo lo que tiene que ver con ella y con lo inalcanzable en
general. También en mi pasado infantil, me encantaba estirarme en el asiento
trasero del coche de mis padres y del revés, veía el cielo e imaginaba y
adivinaba formas con las nubes. Sé que no es una práctica mía personal, sino
generalizada, pero en aquel momento yo creía que era la única personita en el
mundo que sabía encontrar objetos y personas en aquellas masas de un blanco
precioso, que parecían algodón de azúcar muchas veces.
Y yo me pregunto ahora, ¿qué narices hacía yo estirada en los asientos traseros, con el coche en marcha? ¿No era obligatorio llevar el cinturón de seguridad entonces? Creo que a principios de los 80, no. A propósito del cielo, mi bichilla de casi dos años confunde el cielo con el agua, dice que es azul como el agua. ¿Os imagináis que fuera agua? ¡Qué fresquitos estaríamos siempre!
Y yo me pregunto ahora, ¿qué narices hacía yo estirada en los asientos traseros, con el coche en marcha? ¿No era obligatorio llevar el cinturón de seguridad entonces? Creo que a principios de los 80, no. A propósito del cielo, mi bichilla de casi dos años confunde el cielo con el agua, dice que es azul como el agua. ¿Os imagináis que fuera agua? ¡Qué fresquitos estaríamos siempre!
A lo que iba. Siento
debilidad por la Luna. Muma para mi niña, ahora con casi 2 años. Me encanta contemplarla. A mi niña también, pero ahora os hablo de la Luna. Es como si
en la oscuridad de la noche, dónde a veces sólo se oye el silencio, ella
estuviera siempre ahí vigilando, acompañándome, protegiéndome. Y no sé
vosotros, pero yo le intuyo los ojos, y una boquita de piñón como si estuviera
soplando y sonriendo a la vez. Imaginaciones de las mías igual…
Viendo la luna
Parece que
sonríe
Todas las
noches
Lo reconozco, la
personifico, y mi padre me dice cuando lee mis poemas, que hablo de la Luna
como si se tratara de una persona. Así es. Y además, sólo proyecta en mí
emociones positivas, así que, ¿por qué no tenerla en cuenta? Los versos que
estáis leyendo corresponden a los haikus que escribí hace poco más de dos años
durante el embarazo de mi pequeña: “108 haikus, olor a sakura”. Está publicado y a la venta en Amazon.
Como ya debéis saber, los haikus originariamente son poemas japoneses breves, de sólo 3 versos con una estructura de sílabas 5-7-5, que suelen hablar de los elementos de la naturaleza, básicamente. A estas alturas, alguien estará diciendo: mira, ha escrito el post para promocionar su libro. No, no lo he escrito para eso, pero por qué no hablar de él, seguramente tú también lo harías. Aunque no hubiera escrito ningún libro, os hablaría igualmente de la Luna, porque me fascina.
Como ya debéis saber, los haikus originariamente son poemas japoneses breves, de sólo 3 versos con una estructura de sílabas 5-7-5, que suelen hablar de los elementos de la naturaleza, básicamente. A estas alturas, alguien estará diciendo: mira, ha escrito el post para promocionar su libro. No, no lo he escrito para eso, pero por qué no hablar de él, seguramente tú también lo harías. Aunque no hubiera escrito ningún libro, os hablaría igualmente de la Luna, porque me fascina.
Duerme la luna
Cuando el
cielo clarea
Y el sol
retumba
Pero si os dais cuenta, os
hablo de lo que me transmite: paz, fidelidad, confianza, belleza, serenidad,
compañía, admiración, … ¿Cómo algo inanimado puede hacer sentir tanto? Las
emociones, tan abstractas y tan profundas como siempre, son reacciones
psicofisiológicas, que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
cuando percibimos un objeto (en este caso la Luna), persona, lugar, suceso o
recuerdo importante. ¿A vosotros os pasa lo mismo con algún otro elemento u
objeto?
Las creencias populares (otro día dedicaremos un tiempo a descubrir el poder de la Luna en la mitología) siempre han defendido que la Luna influye en el estado de ánimo de las personas, más concretamente sus fases, pero un estudio publicado en la revista científica General Hospital Psychiatry ha desmentido este mito popular. Contrastaron el calendario lunar con la visitas de pacientes canadienses a un centro sanitario, que presentaban patologías variadas, desde ansiedad, ataque de pánico, alteraciones del estado de ánimo hasta pensamientos suicidas. Los datos del estudio revelaban que no había ninguna relación entre las patologías y si la Luna en el momento del ingreso del paciente estaba en cuarto creciente, menguante, en fase de Luna llena o nueva. Aquí podéis leer la noticia al completo.
Las creencias populares (otro día dedicaremos un tiempo a descubrir el poder de la Luna en la mitología) siempre han defendido que la Luna influye en el estado de ánimo de las personas, más concretamente sus fases, pero un estudio publicado en la revista científica General Hospital Psychiatry ha desmentido este mito popular. Contrastaron el calendario lunar con la visitas de pacientes canadienses a un centro sanitario, que presentaban patologías variadas, desde ansiedad, ataque de pánico, alteraciones del estado de ánimo hasta pensamientos suicidas. Los datos del estudio revelaban que no había ninguna relación entre las patologías y si la Luna en el momento del ingreso del paciente estaba en cuarto creciente, menguante, en fase de Luna llena o nueva. Aquí podéis leer la noticia al completo.
Como habéis visto, en este post no me
refiero a lo que produce la Luna en mí, sino a lo que me transmite, que creo que es muy
diferente.
Nunca la olvides
Tus pecados
confiésale
Siempre a la
luna
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