Trastorno alimentario, trastorno emocional

Es muy difícil hablar de algo cuando no has tenido experiencia de ello, además de ser un tema tan delicado y con miles de emociones de por medio. Antes de adentrarme en el análisis de esta primera fotografía y posteriores reflexiones, quisiera dejar claro que este post no pretende desnudar la vulnerabilidad de nadie, ni tampoco ayudar, ni por asomo ni por casualidad, puesto que no tengo la capacidad para hacerlo, y además, no es el objetivo del escrito de hoy. Siempre intento escribir desde el respeto. Sino no escribiría, la verdad. Pero si en algún momento puedo ofender a alguien, no dudéis en decírmelo y rectificaré al instante.

Analizo dos manzanas...

Centrándome en la fotografía, he de deciros que podría haber escogido otra muy similar en cuanto a contenido y mucho más dura en cuanto a forma. Hubiera provocado emociones más fuertes y más profundas, y ya sabéis a las que me refiero, como las usadas en polémicos y controvertidos anuncios. Pero pienso que con ésta, la esencia de lo que quiero reflexionar conmigo misma y con vosotr@s, ya queda más que plasmada. 

Como podéis ver en la foto hay una realidad, la manzana mordida, un espejo y la misma realidad de antes, pero reflejada (la función de un espejo es la de reflejar, según la RAE), que en este caso es una manzana entera, aún sin estrenar, sin que nadie haya hincado el diente. Por lo tanto, como vemos en la imagen, a priori el reflejo es erróneo, pues todos sabemos que en un espejo normal y corriente, vemos lo mismo a un lado y a otro. 

Me acuerdo cuando mi niña, de meses se miró al espejo y pensó que era otra niña y empezó a sonreírle y como queriéndola tocar con la mano, acariciarla. También recuerdo la vez que nuestra perrita se vio por primera vez al espejo y fue a abalanzarse hacia la perrita del otro lado, ladrando de manera agresiva, queriéndola incluso morder. Niña y perrita se veían a si mismas, pero en realidad, creían que eran otras personas. Esta manzana se ve a si misma, pero distinta, aunque nunca creyendo que es otra manzana.

Dejémonos de frutas y llamémosle a las cosas por su nombre, por mucho que me duela, porque estas palabras, la verdad es que me cuesta decirlas: trastornos alimentarios. Dejo aparcada la manzana, porque hoy os quiero hablar de emociones, y que yo sepa, éstas todavía no entienden de ellas. Las manzanas de emociones, me refiero. Tampoco al revés, de hecho. Vamos que, en principio no guardan ninguna relación, pero sí la anorexia y la bulimia con el mundo emocional. 

Aviso. No os voy a hablar de los trastornos en si, sino de cómo influyen unas emociones clave en el desarrollo de la enfermedad. Ya os dije hace unos posts, que escribiría sobretodo de temas de los que no sé prácticamente nada, pero que me gustaría saber. Y este es uno de ellos. Quisiera saber qué sienten las personas que padecen este tipo de trastornos, que como he dicho y repito, no se trata sólo de trastornos alimentarios sino también de trastornos emocionales.

Emociones clave en los trastornos alimentarios

Tanto la bulimia como la anorexia van acompañadas de tres emociones, a cuál más dramática, o por lo menos negativa y en consecuencia nociva, dañina y perjudicial: vergüenza, culpa e ira. Dichas así, seguidas y de golpe no tienen la fuerza que en realidad tienen, por eso voy a analizar aunque brevemente cada una de ellas, después de una lectura y posterior reflexión personal sobre el tema.

Vamos con la primera de ellas. Con la uve. Turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, causada por timidez o encogimiento, y que frecuentemente supone un freno para actuar o expresarse. No vale decir “pasa palabra”. 

La respuesta es Vergüenza. Esa es la definición de la RAE. Ahora voy a desgranarla y ligarla al asunto de hoy. Estamos ante una emoción que no permite expresarse, por lo tanto emocionarse. He leído que es frecuente en las personas que sufren este tipo de trastorno, la alexitimia, vocablo nuevo en mi mochila. Se trata de la incapacidad para identificar y expresar tus propias emociones. 

Volvamos a la imagen inicial, en ella la manzana mordida se ve entera en el espejo y bien redonda, porque existe una insatisfacción corporal. El autoestima va ligada exclusivamente a la aceptación de su cuerpo. Si me acepto físicamente, me gusto, mi autoestima sube, pero en caso contrario, mi autoestima es nula, porque me avergüenzo de mi cuerpo, de mi mism@. 

Me avergüenzo tanto, que evito que otros puedan intuir las formas del mismo y por eso, me cubro con ropa ancha y holgada. No puedo quedarme desnuda delante de mi pareja, le hago apagar la luz para que no me vea, ni siquiera puedo desvestirme delante de mi amiga cuando quedamos para probarnos ropa en su casa, me encierro en su lavabo.

Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado. Os presento a la Culpa. Es un sentimiento muy presente en cualquier tipo de trastorno alimentario. No hablo solamente de bulimia o anorexia, sino también de obesidad. 

Pensemos situaciones en las que se pueden sentir culpables las personas que sufren este tipo de enfermedad. No es que quiera bajar unos kilitos, simplemente por estética, por sentirme bien y gustar más a los demás, es que debo adelgazar ya por salud, por prescripción médica. Me siento culpable por haber comido descontroladamente o simplemente haberme pasado con la cantidad de calorías ingeridas, haberme saltado la dieta. O, me siento culpable porque no como o me salto comidas, pero es que me veo gorda, y cualquier alimento que ingiera va hacer que me vea más. Pero en verdad quisiera comer, tengo hambre, pero no puedo, ya no es que me vea gorda, es que estoy gorda. O, tengo la culpa, yo y solamente yo, nadie más de sentirme débil y de mal humor, porque no como o vomito inmediatamente lo que ingiero.

Y por último, la Ira, el sentimiento de indignación que causa enfado o enojo. Sentirse tan rabioso, hasta el punto de irritarse mucho no, lo siguiente. La culpa extrema y continuada desencadena este tipo de emoción, fortísima e incontrolable. Con ella, las personas que ven el problema y están junto a los enfermos se ven impotentes ante tal situación. 

Se dan momentos angustiosos y amargos, pero como digo, se trata de una emoción con un bajísimo grado de control por parte del enfermo, y los que acompañamos en este arduo camino a la persona debemos ser pacientes, sin bajar nunca la guardia, ni darlo nunca por perdido. Somos los ojos del que no ve, o no ve bien. Debemos seguir guiándolo y protegiéndolo.


Menos genética y más emoción

De todo esto se desprende que la anorexia nada tiene que ver con la genética sino, muy por el contrario, mantiene una estrecha relación con la cuestión emocional. Y vosotr@s, ¿habéis vivido algún caso de trastorno alimentario ya sea en primera o segunda piel? ¿Qué más podríais aportar en cuanto a lo que sienten este tipo de personas? 


Quisiera haberme mojado más, pero cuando no tengo experiencia directa ni indirecta sobre el tema, prefiero moverme en líneas científicas y contrastadas. Y eso es lo que he hecho después de leer una serie de artículos totalmente científicos, que orientaban todo este mundo de emociones hacia estos tres sentimientos principales: vergüenza, culpa e ira. 


Empecé con una manzana y me gustaría acabar con ella. De manzanas hay muchas y todas ellas distintas, de color, forma, textura, brillo, etc. Cuando una manzana se mira al espejo, debería ver VIDA, simplemente vida.




Comentarios

¡Estoy en Bloguers!