Sonreír o no, he ahí la cuestión

Empiezo mi último trimestre de esta primera edición del renovado blog, ¡con muchísima ilusión! Nunca me hubiera pensado que a estas alturas seguiría escribiendo, y la verdad es que lo hago muy a gusto. Llamadme tonta o incrédula, pero sí, la verdad es que tenía una baja, casi nula confianza en que pudiera dar continuidad al blog, no por mí sino porque no pensé, que hubiera gente a la que le interesaran los mismos temas que a mí, y ¡veo que sí! Me doy cuenta que hay personas que lo leen y eso me anima a seguir; como a todos, supongo. 

Tal y como os anticipé en mi último post, La Gioconda o Mona Lisa de Leonardo da Vinci iba a ocupar mi tiempo durante unos largos días, porque documentación sobre el tema hay la tira, y tiempo para ponerla en orden poco, así que he hecho lo que buenamente he podido o me ha dejado (la peque, claro está). Ya os comenté en el post anterior, que ésta junto a otras grandes obras artísticas que he podido admirar en directo, me han decepcionado en cuanto a tamaño. No todo es el tamaño, diréis. Cierto. No me importaría tanto si cuando fuera admirarlo estuviera sola ante él, y no detrás de un tumulto de gente ansiosa y maleducada, a veces. 

La mirada de La Gioconda tiene su qué, así como su sonrisa. Son rasgos que a mí, al menos no me han dejado indiferente. La verdad es que no sé por dónde empezar, porque, ¡son tantos los misterios que envuelven a esta famosísima obra de arte! Ya sólo el título lleva a muy diversas teorías. La Gioconda, que significa "la alegre". La Mona Lisa, la señora Lisa. O como está etiquetado de manera oficial en el Museo del Louvre, Retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo. Sea como sea, la pintura tiene algo que atrapa al espectador. 

Como siempre, voy a ofreceros mi análisis, espontáneo como La Gioconda misma. Y es que la observo, y lo primero que me llama la atención es la falta de rigidez que transmiten normalmente los retratos. La veo como diciéndonos: !¿qué pasa contigo?! Como riéndose de nosotros. 

Me parece increíble que hasta hoy, no exista todavía un análisis más o menos real en cuanto a la identidad de la modelo, así como del paisaje que la rodea. Me parece fantástico y a la vez mágico que hayan hipótesis que hablen de que pudiera ser un autorretrato, que las facciones de Leonardo pudieran estar camufladas o reflejadas en la Mona Lisa. ¡Eso sí que sería quedarse con todos nosotros! 

El hecho de que no hayan cejas ni pestañas, hace que para mí esa mirada sea más real, ¡fijaros qué paradoja! Me refiero, a que mis ojos se centran mucho más en los suyos, porque nada alrededor le quitan protagonismo; ni mucho menos ese paisaje de fondo que de continuo tiene poco: parece ser que no concuerda el lado derecho con el izquierdo; y sí, están de acuerdo que está ubicado en Italia, pero las hipótesis vuelven a ser muchísimas de nuevo, para un elemento más de la gran obra. 

Si hablamos de técnica, el sfumato tan presente en la pintura de Da Vinci, sobre todo en la mirada y en las manos, le dan a toda la figura un halo de misterio a la vez que la integran más en la totalidad del cuadro. Como dice el nombre se trata de, no esfumar sino difuminar contornos, escapando así de aquellos tan claros, netos y precisos, típicos del Quattrocento.
No sé qué os transmitirá esta mirada a vosotr@s, pero a mí mucha tranquilidad, paz interior y equilibrio emocional. Y la sonrisa, más de lo mismo. Pero,… ¿hay sonrisa? Para mí, sí; de primeras, luego ya no. Y es que, leí algunos artículos que comentaban precisamente esto, que la sonrisa permanecía unos segundos, y luego se iba. ¿Tendrá algo que ver esto con el sfumato? 

El caso es que, ni corta ni perezosa me puse a hacer mi particular estudio de mercado en Twitter acerca de este tema: “si miráis La Gioconda durante 15 segundos, ¿qué véis?" 

Di cuatro opciones de respuesta en esta encuesta:
  •        sonríe siempre
  •        sonríe primero, luego no
  •       no sonríe, luego sí
  •       no sonríe nunca

 Y estos fueron los resultados, de 13 votos en total:


Es curioso que la mayoría, nota como si sonriera siempre. Igual estoy influenciada por lo que he leído y más predispuesta a ver que sonríe inicialmente, pero luego no. Yo sigo insistiendo en ello, pues científicamente, nuestra técnica ocular, la humana, hace que tengamos que mirar a otro punto del cuadro y volver a su sonrisa si queremos verla sonreír de nuevo; o al menos, eso he leído. Y tú, ¿cómo la ves? 

Me resulta llamativo también, que la segunda opción más votada sea la opuesta a la ganadora. Me pregunto: ¿tan ambigua es la sonrisa de la Mona Lisa? Y, ¿qué hay de nuestra sonrisa? ¿Es ambigua también nuestra sonrisa? 

Después de las lecturas y análisis para este post, me pregunté a mí misma si suelo sonreír de manera habitual, y me he dado cuenta, que la verdad, sonrío muy poco, o menos de lo que yo creo. 

Me explico: puedo estar feliz y contenta por dentro, pero muchas veces no lo transmito. Y a veces me doy cuenta al momento que estoy demasiado seria, entonces cambio mi expresión, e inmediatamente cambia la de mi interlocutor. Creo que por eso me dicen a veces que tengo un semblante serio y de persona demasiado responsable, jajaja que lo soy, pero no tanto como se creen, creo. Mi objetivo a corto plazo es sonreír más. 

Hace poco leía en el post de un bloguero al que sigo, concretamente en una foto, muy visual, de una pizarra en la entrada de una cafetería, que decía que el café nos costaba menos dinero si sonreíamos y hablábamos con amabilidad y respeto. Pero en seguida salió mi vena crítica y pensé la situación al revés. ¡Cuántas veces me he topado con trabadores que están de cara al público, y amargados y maleducados no, lo siguiente! Yo también he trabajado de cara al público, y ¡es tan importante una sonrisa! 

Un gesto tan sencillo, y nos olvidamos; me olvido muy a menudo de ejercitar mis músculos faciales. Os voy a poner un ejemplo más cercano a mí todavía: los peques del cole, cómo cambian su expresión y en consecuencia su actitud conmigo y con las actividades de aprendizaje que les propongo, si les hablo con una sonrisa, distendida a si les hablo seria o incluso a veces tensa. 

Si hubiera más sonrisas, el mundo sería otro, estoy segura, otro mucho mejor.

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